jueves, 23 de septiembre de 2010

Textos para el folleto de la Cuenca minera del Rumblar 1

De forma paralela a la consolidación y puesta en valor del yacimiento arqueológico de Peñalosa (Edad del Bronce), estamos en faena elaborando dos folletos que ayuden a la identificación, acceso, conocimiento e interpretación de la cultura minera prehistórica de la Cuenca del Río Rumblar (Baños de la Encina) y, en concreto, de este magnífico prototipo de poblado principal, aterrazado y amurallado.

El primero de los folletos trata de situar sobre el mapa los distintos poblados (Peñalosa, La Verónica y Cerro del Cueto), minas (Rafa de Baños) y fortines (Piedras Bermejas), comunicar su acceso a pie y aportar una primera descripción de sus características y funciones. El segundo, más complejo, intenta ser un verdadero cuaderno de campo para la visita a Peñalosa. Por ahora estamos con el primero.

Se trata de un proyecto para el que contamos con la ayuda de ADNOR, Diputación, la I.T.S. Paisajes Mineros de Jaén y la Consejería de Turismo; así como con la inestimable colaboración del Proyecto Peñalosa y, más concretamente, con sus principales artífices: Francisco Contreras Cortés y Auxilio Moreno Onorato, que han participado con textos y fotografías. Los dibujos pertenecen a Juan Manuel Beltrán, un almeriense que aporta su magnífico saber artístico.

  Fotografía: Proyecto Peñalosa

El río Rumblar, parido de la unión de sus afluentes, los ríos Grande y Pinto, que desciende de Sierra Morena hasta el valle del Guadalquivir guarda en sus entrañas una auténtica historia de mineros y metalúrgicos que explotaron estas tierras hace más de 4000 años. Su huella ha quedado fosilizada en numerosos restos que han llegado hasta nuestros días en buen estado de conservación. Esto ha sido posible porque este valle es pobre en mineral de plomo, por lo que, al contrario de lo que ocurre en la comarca de Linares-La Carolina, la actividad industrial dejó de lado estas tierras, ricas en cobre y origen de la minería prehistórica y romana en la zona.

La riqueza de los filones metalíferos de cobre ya era conocida hace 5000 años por las gentes de la Edad del Cobre que posiblemente fueron los primeros en explotar esta materia prima. De hecho en la Rafa de Baños (Mina del Polígono) han aparecido materiales calcolíticos que parecen mostrar el conocimiento de la mina en esta época. A ello habría que añadir la presencia en sus cercanías de dos poblados de la Edad del Cobre: el Cerro del Tambor y el Castillo de Burgalimar.

Pero será en torno al 1800 a.C. cuando se produzca una auténtica explotación minera en la zona. Vamos a asistir a una gran colonización del valle del Rumblar en esta nueva etapa de la Edad del Bronce (embalse y río Rumblar). Así la Cultura del Argar, con origen en Almería y Murcia, será la que lleve a cabo esta gran empresa con la construcción de poblados de distinto tamaño que estarán distribuidos a lo largo del río, en lugares donde antes no había existido población, controlando los principales filones metalíferos. Este estrecho valle del Rumblar, con márgenes de pizarra y arenisca, apenas cuenta con espacios agrarios, son las causas que motivaron que hubiera estado deshabitado durante tanto tiempo. Incluso hoy, en la actualidad, su principal aprovechamiento es cinegético y ganadero debido a la escasa fertilidad agraria de estas tierras.

Utilizando la pizarra como material de construcción se levantarán cada pocos kilómetros toda una serie de poblados: el Cerro de las Obras de Moros, Peñalosa, el Castillo de Burgalimar, La Verónica, Los Castillejos, Siete Piedras, Piedra Letrera, etc. Por las excavaciones realizadas en Peñalosa y en el Castillo de Burgalimar sabemos que su principal actividad era la minera y metalúrgica, centradas en la transformación del cobre. Esta explotación no era únicamente para satisfacer su demanda interna, sino que se ha atestiguado la producción masiva de lingotes de cobre que posiblemente se intercambiaron y se movieron por todo el sur peninsular. Este auge económico posibilitó que se mantuviera una gran población en este valle, llegando el grano y los animales bien a través del intercambio o bien a través de la redistribución de los productos alimenticios por las élites aristocráticas que controlaban el territorio y que serían las grandes beneficiarias de la producción del metal cuprífero. Esto último vendría confirmado por la presencia entre los poblados de pequeños fortines, con carácter militar, como el de Piedras Bermejas, de pequeñas dimensiones y que se sitúan de manera estratégica para controlar los accesos al interior del valle minero. Tendríamos por tanto un territorio fuertemente jerarquizado, con una ordenación tendente a facilitar la producción de metal y su salida hacia los grandes poblados de la Depresión Linares-Bailén.

La dispersión y variedad de los poblados, su inmediata o cercana ubicación a la lámina de agua del Rumblar, su distribución por diversos hábitat y paisajes serranos de interés, la red de senderos a pie establecida y señalizada, la existencia de equipamientos complementarios como la Casa del Barro o el Museo del Territorio, y, finalmente, la excavación arqueológica, consolidación y puesta en valor turístico de algunos de los yacimientos, como es el caso de Peñalosa o Piedras Bermejas, permiten que el “Ecomuseo del Bronce de Baños de la Encina” nos ofrezca una verdadera aventura argárica por los paisajes mineros de Jaén.


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