martes, 18 de julio de 2017

Sobre el cucharro de Alfarnate

Existía  la costumbre   entre los vecinos próximos al molino — hoy  casi imposible  de practicar en las modernas almazaras— de acudir por las mañanas con su rebanada de pan para tostarlo en la fogata de la caldera, untarlo con ajo y empaparlo después en aceite nuevo sumergiéndolo en una de las tinajas: eran los  apetitosos  y  nutritivos   “tostones” de aquellos tiempos. Las calorías  aportadas al organismo  por una de estas tostadas eran suficientes para que la persona estuviera  alimentada  durante todo el día, ocupada  en las duras faenas agrícolas,…

Tampoco  me olvido del   delicioso  y sencillo “hoyo de aceite” - “cucharro” en  el cercano Alfarnate y otros lugares—   que los niños pedían por las mañanas  al “maestro de molino”, y en ausencia de éste a sus madres, llenase su oquedad vaciada  de miga  con un chorreón del mismo hasta quedar el pan  empapado, y todo sazonado con una  pizca de sal  para que estuviera más sabroso…  El  “hoyo de aceite”  es uno de los más exquisitos y sanos  manjares de nuestra gastronomía andaluza - mejor  si lo acompañamos de  tomate y un pedazo de bacalao-,   que convendría no cayera en el olvido, relegado, como lo está siendo,  por la antinatural  e insana bollería tan rica  en el colesterol que nos sobra y obstruye nuestras  arterias desde la niñez.

http://www.mondron.es/22.html


Ermita de Santa Olalla

En el esquinazo norte del pueblo se erigían los hormazos mal pergeñados de la ermita de Santa Olalla, otrora elevada sobre el llano del Calvario Viejo, donde el Camino de San Lorenzo y el Cordel merino de Guarromán vienen a darse la mano y prosiguen como uno sólo hacia la villa vieja. Hay aún quien afirma que en su génesis y día fue torreón vigía, cuya función era, junto con la ermita de Santo Domingo, mediar entre la torre vieja del Santuario de la Virgen de la Encina y el mismo castillo. Con la desamortización del primer tercio, perdió capellanías y santero, derramó sus piedras por la cuerda y acabó en nada. Se dice que la imagen de la mártir emeritense tiene altar y devoción en casa de postín y que sus piedras buenas han acabado enderezando las esquinas de las casuchas y corralizas del entorno, mientras que los peores mampuestos y los ripios preñaron a la vera de la ruina una ancha era de pan trillar.

El Jacaero conocía bien el lugar por donde anduvo la ermita, pues no en vano vivió muchos años a su sombra y bajo la encomienda de su tío el Pelusa. El paraje, conocido con razón como Buenos Aires, ocupaba el punto de mayor altura del entorno siendo a juicio del Bermejillo la mejor posición para levantar un molino de viento al uso manchego. Y así, con decisión firme, se elevó con no pocos imprevistos y muchos dineros, pues la iglesia para la cosa de especular, aunque sea con escombros, es aventajada y sagaz. Y se erigió después el artilugio como si de una torre fuerte se tratara, con anchos muros, piedra arenisca de las canteras locales y tres pisos: el primero para bestias y carga, el segundo como almacén y el postrero, que era de adobes de barro colorao del Santo Cristo y mucho ventanuco para oler los vientos, para las faenas propias de la molienda. La industria hecha con madera fue comprada en la conquense Mota del Cuervo, que allí tienen mucha experiencia en como aparejar estos avíos; las enormes piedras, de granito gris y siguiendo los patrones de los empiedros y rulos utilizados en las caserías y almazaras, fueron obra de canteros y picapedreros del pueblo pedrocheño de Alcaracejos,que andaban más puestos en estos saberes.

No siendo suficiente razón tratar con el viento, andaban también indagando sobre molinos viejos o batanes, ya fuera en la Junta de los Ríos, a la sombra de Cerro Molinos y junto a la Picoza, en el río Grande; o ya fuera en el curso medio del Rumblar, por debajo de donde vierte aguas el arroyo de la Boquituerta. Así que, con estas componendas, decidieron visitar el segundo que decían andaba en ruinas más o menos decentes de enmendar.



domingo, 16 de julio de 2017

Amargura y Desengaño

Desde el Carril y porque no lo vieran más transeúntes de los que debieran, bajo por la Amargura dando esquinazo a Mestanza y Cotanillo, amago de calle buena y pendiente de espanto que se trazó con la bonanza que aún campaba un siglo antes. Unos lustros después la vía fue cortada en perpendicular, a media cuesta, por la traviesa del Desengaño, como lo fueron sus aspiraciones económicas y la ilusoria prosperidad. Era barrio de pecheros chicos y medianos, de grano y aceituna, crédulos hijos de la Ilustración, del trabajo y las creencias fisiocráticas, venidas a muchos menos por las guerras (y por los que siempre con estas tragedias pescan en revuelto), el despotismo y unas esperanzadoras desamortizaciones que, antes de nacer, fenecieron bajo el egoísmo de agrimensores y subastadores públicos. El latifundismo desgarrador y el rentismo de provincias avanzaban de forma irreversible.



miércoles, 12 de julio de 2017

Territorio, turismo y senderos temáticos: el caso de Baños de la Encina, Jaén

Mi última publicación en relación con el desarrollo de la práctica turística en Baños de la Encina (Jaén): http://uvadoc.uva.es/handle/10324/24334
"La segunda mitad del siglo XX fue para los municipios de la Sierra Morena de Jaén, y en general para todo el agro provincial, un periodo crítico que acarreó la total desaparición de las labores económicas tradicionales y, en gran medida, de la cultura material a ellas vinculada. Se modificó así, cuando no se arrasó, un paisaje cultural modelado durante siglos..."

El Cerro del Cueto desde Valdeloshuertos

La tierra se quebranta. A cada paso, según se avanza, se levanta bruscamente el polvo del camino, te envuelve, te reseca el aliento. La pesada atmósfera te aplasta contra el suelo, te agacha cuanto puede. El aceite de la jara, el ládano achicharrado, te viste de una calma chica, te envuelve de un aroma pesado, en un viento avaro, holgazán, que no hace ni un solo intento por desperezarse… chirría metálico el sonido de la chicharra, nos arropa un eterno ánimo de siesta.

Julio 2017


jueves, 6 de julio de 2017

Memento homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris

Pie en tierra, la ajedrezada solería de la nave escenifica el complejo juego de la vida, donde el libre albedrío apuesta por colgar de un hilo la eternidad del alma. En los escaques blancos y negros se dirime la apuesta de cada uno.


Fotografía: Rafael Alarcón Sierra. Ermita del Santo Cristo del Llano, Baños de la Encina.

sábado, 1 de julio de 2017

Sobre los serranos

A la espalda del humilladero se elevaba un murete con tres hilás de piedra y remate redondeado, de sillares perfectamente labrados, que abierto de tramo en tramo a modo de acceso cercaba en redondo todo el conjunto de la ermita. En su interior y a modo de sacro preámbulo, un magnífico empedrado hacías las veces de lonja o pórtico del santuario, lugar destinado a diversas ceremonias, procesiones y romerías relacionadas con el Cristo aunque, como justa extensión de lo que era y daba de sí el entorno, acababa una y otra vez como corral de bestias y de cuando en cuando como apeadero de serranos. Y así era, siendo aquellos pastores, serranos trashumantes (de la Serranía de Cuenca y el Señorío de Molina), gente bronca y de poco gastar en lo que no fuera más que necesario, de cuando en cuando se veían en la obligación de pergeñarse pan, aceite, algo de vino, patatas o cualquier otro avituallamiento, y con ese motivo aunque sin mucha querencia, se acercaban al pueblo, más por el ayuno de vino y por saber del mundo que por socializar. Y por ahorrarse unos reales en cuestión de fonda, alargaban los chatos de la noche hasta donde les daban de sí o les dejaban, y hasta sus alcances intentaban unirlos con el vasillo de aguardiente, que algunos apodaban como alcarreño, y la sobá de aceite que, casi con la amanecida y en el horno, se abrochaban entre pecho y espalda. Escasas eran las veces que enlazaban lo uno con lo otro en noches tan largas y duras como las de aquellos inviernos, y se veían abocados a encontrar soluciones de urgencia. Así que, amagando de devotos y si encontraban la ermita abierta a horas tan imprudentes, intentaban dormir en suelo sagrado y de balde, a cubierto de cualquier inclemencia y esperando las primeras luces.